Por: Wenceslao Rosell Urquiaga.
CAPITULO
V
Enfrenadura
Si
el andar o piso de nuestro caballo es único en el mundo, lo es también única su
enfrenadura, siendo distinta de todas las autóctonas y de las de escuela en sus
tres etapas, o sean equitación ordinaria, equitación de valorización y
equitación de alta escuela, teniendo mucha semejanza con ésta como lo hemos
visto en su equilibrio, y salvando algunos errores profundos que creo sean
debidos a que nunca hubo nada escrito sobre ella y han ido degenerándose por no
saber el efecto de las ayudas, las que fueron diagonales (de alta escuela)
convirtiéndose en laterales (de escuela ordinaria) y es por esto que
desvalorizamos la enfrenadura a rienda coja (rienda directa) y damos mayor
valor a la contraria.
Si
en la rienda coja no se cometiera el profundo error de ayudar con el estribo
interior o sea del mismo lado hacia el que se está haciendo actuar la rienda
para hacer la vuelta o doblar el cuello al quebrarlos, y entregar cuando están
acabados, se ejecutaría la escuela de valorización, la que resultaría ayudando
con el estribo, taco o espuela de afuera para plegar al caballo mandando los
posteriores hacia adentro y evitando así la gran inclinación de la espalda
hacia afuera (Lámina Nº 3) y el completo despliegue del motor, el que queda
claramente como un motor que se va en banda (Lámina Nº 4).
Lámina
4
Nótese
posteriores fuera del centro de gravedad, muy distantes uno de otro, realizando
por su falta de concentración lo que llaman cuarteando. Los mismos defectos de
desequilibrio reflejados en la monta del jinete.
Si
las ayudas citadas se realizaran, es decir la rienda interior y la pierna de
afuera, quedarían diagonalizadas, las que hacen crecer grandemente al caballo
(Lámina Nº 5), actuando sólo la pierna interior después que el caballo entregó
el hocico, como se llama, para que despidan la grupa, punto básico distintivo
de nuestra enfrenadura, pues todas retienen la grupa, para aprovechar el mayor
poder en su motor.
En
la rienda contraria el uso indebido de la ayuda de la pierna interior hace diagonal
izar las ayudas, pero, en este caso, sin valor artístico ninguno (Lámina Nº 6).
Usando la rienda contraria con la ayuda de la pierna del mismo lado las ayudas
quedan laterales (escuela ordinaria) o sean las de más poder, sin valor en una
equitación sabia como le llaman.
Tomando
sólo valor en nuestra enfrenadura por el que al ejecutar se toman las riendas
parejas en una mano a más o menos cuatro dedos de la altura de la cabeza de la
montura, adelantándola un poquito más hacia el momento de tenderlas, pero nunca
a medio cuello o a más como acostumbran algunos chalanes, vicio que cuando yo
he sido Jurado, por suaves que manejen, no los premié.
Y
a propósito de lo que digo que se toman las riendas parejas en la mano, esto no
quiere decir que existe la enfrenadura a rienda pareja, como han pretendido
sostener algunos chalanes y aficionados, porque a la insignificante inclinación
del cuello hacia un lado, ya no hay más riendas que la coja si ésta se maneja,
o la contraria, ya que es sabido que no hay efecto sin causa. De manera que los
aficionados y chalanes deben olvidarse que sus caballos están enfrenados a
riendas parejas, las que por razón no existe.
Lámina
5
Caballo “Jazmín”. Propietario y criador señor
Mario L. Cánepa, Hacienda Puente. Chalán Eulogio Vilchez. Manejado con ayudas
diagonales o sea rienda derecha (coja) y pierna izquierda.
Nótese
que por la concentración de esas técnicas ayudas, el posterior izquierdo en
apoyo está bajo la masa o sea en el centro de gravedad y el derecho cerca
(motor Impulsor), espalda alta, cuello igual, flexionando o entregando a la
punta del pecho obedeciendo esto a que el cuello no es exageradamente doblado,
sino, flexionada la nuca, por consiguiente el caballo sin derrumbarse y por
esto su equilibrio vertical, pudiendo así el jinete estar de acuerdo o sea
perfectamente sentado, con riñones adentro haciendo uso del desplazamiento.
Decía
que es única en el mundo, porque obliga en las vueltas o movimientos a entregar
completamente el hocico o la pierna del chalán, estribo o punta del pecho,
según el avance de su educación, y botar el anca o grupa hacia afuera. Ambas
cosas ajenas a todas las enfrenaduras o equitaciones, si bien es cierto que en
la alta escuela al caballo se le flexiona (o quiebra sobreparado o trotando),
pero se ejecuta al contrario; si está caminando en círculo se jala la cabeza
hacia afuera y se manda con la pierna interna y la flexión debe ser ejecutada
de la nuca y nunca por consecuencia de doblar el cuello, reteniendo por
supuesto la grupa. Bien, concretándome a las enfrenaduras, éstas son tres,
usándolas con rienda coja o rienda contraria, tal como paso a describirlas.
PRIMERA.-
La "Sobre las cuatro patas", que es cuando todo su movimiento la
hacen caminando, marcando su piso y sin variarlo aun cuando están rodando,
antes de entregar y al entregar, conservar el piso al rodar es difícil porque
siempre les falta concentración por las defectuosas ayudas que he explicado y
esto la hace casi la totalidad, como llaman “cuarteando" (Lámina Nº 4).
SEGUNDA.-
La "Sobre la mano" se caracteriza porque al cerrar o entregar fijan y
giran sobre la mano interior (sin defensa para terrenos accidentados); y
TERCERA.-
La del "Capeo", que se usaba para nuestra abandonada suerte nacional
del toreo a caballo, que es sobre las cuatro patas, pero sin entregar para no
perder tiempo, muy vaciados y despidiendo la grupa rápidamente para evitar las
cogidas, todo ejecutado con gran arranque y velocidad a una y otra mano.
Queriendo
dejar definido el Uso de la "rienda coja" y la "contraria"
diré que la primera actúa o jala la cabeza hacia el lado del movimiento. Para
usarla se toma las riendas en una u otra mano y con la libre se pide el
movimiento o se les quiebra.
Cuando
están bastante suaves y sensibles se maneja con una sola mano y en este caso se
toma las riendas con la mano de arriba a abajo, quedando entonces los dedos
hacia adentro y actuando éstos por el juego de la muñeca. Y en la contraria,
que actúa de afuera hacia adentro, es decir al voltear a la izquierda, se manda
con la derecha, pegándola al cuello; debe tomarse las riendas parejas y la mano
de abajo para arriba para que no haya lugar a cojear.
Toda
intervención si es con la rienda coja en una exhibición de la otra mano,
descalifica la exhibición, igualmente al exhibirlos con rienda contraria.
Lámina
6
Caballo
sin motor y como resultado caballo y jinete en un absoluto desequilibrio.
CAPITULO
VI
Ayudas
Se
disponen de cuatro: la vista, las manos, el desplazamiento y las piernas, y con
el buen uso de ellas, atinada y ordenadamente, queda un caballo suavizado a
obedecer a la menor indicación que se le haga, quedando el animal completamente
metido en las manos, piernas y a merced del asiento, para que así las manos no
sean usadas tan toscamente y sólo actúen como indicadores y retenedores de la
vertical.
LA
VISTA.- Es la indicadora de la actitud y porte de la cabeza a la vez que
observa el disgusto, manifestado con las orejas en un exagerado cerrar y
cerrar, cuando se les castiga.
LAS
MANOS.- En su suavidad hacen el tacto ecuestre que en el caballo peruano es muy
fácil como ya lo he explicado. De frente, su misión es buscar y retener la
vertical en la línea de la cabeza, retener el avance y dar libertad para evitar
que se apoyen, al voltear jalar o pegar, según se manejen con coja o contraria,
y al parar retener, y al cejar jalar.
EL
DESPLAZAMIENTO.- Llave de toda buena enfrenadura que desgraciadamente ya no lo
usan nuestros chalanes, a pesar que al quebrar lo empleen con toda fuerza y
brusquedad en lo que llaman meter la montura y lomear.
Como
se ve el desplazamiento no es más que meter la montura, lo que fue al principio
tosca y duramente, debe continuarse en toda la educación del caballo y siempre
que se le maneje, desde luego cada vez más suave y casi no visible para los
espectadores, pero si sensible al caballo, con solo retener la pierna interna,
inclinar el asiento hacia afuera y ajustar la pierna también de afuera.
Esto,
bien hecho, como digo, es la llave en nuestra enfrenadura y en todas las
equitaciones, presidiendo suave y actuando con más fuerza en el momento justo
de usar la rienda coja o contraria, y así cada día será menor la acción de éstas
y evitará ese agarrar y soltar riendas, cuando están manejando los caballos,
sobre todo cuando hacen el alarde de usar cintas.
Digo
que es la llave porque sensibiliza y maneja la parte móvil o bisagra del motor
que viene a ser el riñón. Es este punto, quizás el de mayor deficiencia de la
actual enfrenadura, en la que ha desaparecido toda la eficacia en los
movimientos violentos demostrados en el caracol destapado y el seis, que no lo
pueden ejecutar.
En
los últimos caballos que he montado enfrenados por distintos chalanes, sólo uno
he encontrado con sensibilidad notable que a la acción del desplazamiento se
entregó en contraria y al meter y lomear puso los posteriores muy adentro,
tomando casi el huachano. Bajo el mismo desplazamiento sentó y cejó, advirtiendo
que su chalán sólo lo exhibió rienda coja. (Los aficionados y chalanes
recordarán porque lo hice ante el público).
He
montado otro, aún premiado por mí mismo, en enfrenadura, que no hizo caso al
desplazamiento ni aún con toda fuerza y brusquedad, al extremo que un
aficionado al notarlo me dijo: "Se Encontró usted con un adoquín", y
a la verdad me parecía estar montado en una roca.
Debo
decir que esos caballos sin una enfrenadura eficaz voltean a una y otra mano
con una suavidad casi extremada después del primer llamado y se quedan girando
y girando como una centrífuga, teniendo su centro de gravedad en las espaldas,
que si no se cometiera el profundo error, ya anotado, de tocar o castigar con
el estribo interior, ejecutarían la rotación sobre ellas, pues describe un
circulo menor en sus huellas con las manos, y mayor el de los posteriores.
Giran como una centrifuga porque el continuo trabajo en esa forma, y nada más,
los emborracha, al extremo que he visto que para que enderecen el cuello o giren
al otro lado, tienen que usar de la mano para empujar el pescuezo.
Esta
gran falta del uso del desplazamiento se hace notable en todos los movimientos,
por eso es que al caminar en círculo, rodar o en el ocho, se les ve rectos, de
la grupa al nacimiento del cuello, y sólo cóncavos en el cuello con la espalda
botada hacia afuera, en vez de ser cóncavos con relación al tamaño del círculo
que están describiendo desde la grupa al cuello, y sólo flexionar a la nuca, la
que se consigue sólo tocando o castigando con la pierna de afuera para que se
concentre.
LAS
PIERNAS.- Sobre las que ya me he referido al tratar sobre el "caballo
motor" y el “equilibrio", ampliaré su uso como ayuda, y es usándolas
a la vez impulsan o sea que mandan hacia las manos del jinete las que deben
permitir partir la marcha: al quebrarlos, en los círculos y al entregar manda
la de afuera y retiene la del interior; al sentar si se pegan a la cincha, los
para; si alternativamente se toca una u otra acompañadas del desplazamiento,
los hace retroceder (cejar).
Esta
se usa con la presión debida, con el toque del estribo, talón o espuela, según
la sensibilidad del caballo.
CAPITULO
VII
Embocaduras
Otro
punto de gran importancia olvidado, usándolas igual para todos los caballos,
teniendo éste casi todas embocaduras distintas, por ejemplo:
Un
caballo de cuello largo, bien equilibrado en su porte natural, de boca suave,
debe embocársele alto con bocado de puente grueso y piernas relativamente
cortas.
Si
ese caballo se le pone bocado bajo, de puente delgado y piernas largas, se
encapuchará, es decir se pondrá tras de la vertical con todos los peligros,
como el manotear o chapalear, el acuñarse y si están enfrenados a rienda
contraria rodará y rodará al cerrar sin entregar por llevar el hocico pegado al
centro del pecho.
He
montado uno de éstos que ha estado muy bien enfrenado, pues rueda en todo piso,
cometiendo esa falta ya más con el resabio de tascar con ambas mandíbulas en
esa actitud, el bocado.
Otro
de cuello corto con o sin golpe de hacha debe ponérsele el bocado en la forma
descrita dañina para el anterior, porque sus defectos son todos los contrarios.
Hay
otros bajos de espalda, cuello al revés que destapan mucho. Deben embocarse muy
bajo, casi tocando los colmillos y la barbada relativamente floja. Por
supuesto, estos caballos cuyos defectos no pueden ser corregidos con los
conocimientos de nuestra enfrenadura, sólo deben prepararse para el trabajo, y
no para una enfrenadura de lucimiento.
En
fin, para embocar bien, precisa juzgar la constitución de espalda y cuello.
CAPITULO
VIII
Edad
de ensillar
Como
algunas personas encontrarán deficiente este folleto, porque no trato de la
anatomía, enfermedades y curaciones, porque habiendo tantas obras de
profesionales, sólo me quedaría el copiar.
Así
como en los detalles del amansamiento, de cómo debe ponérsele la jáquima, el
tapa-ojo, las jergas, montura, etc., etc., pero sí diré que el animal debe
estar completamente manso llegada su edad de ensillar, es decir, acostumbrado a
la montura, cincha y baticola, trabajado a la cuerda, pues debe ser gala del
aficionado evitar que su caballo dé siquiera un salto en la primera silla. La
edad depende de la crianza, o sea del régimen alimenticio. Bajo la influencia
del pastoreo acuoso que se acostumbra, están atrasados. El crecimiento es
lento, los huesos faltos de solidez, los músculos sin pronunciarse, etc., etc.
En muchos casos se crían tan mal, que viven en anemia, por más que se les
alimente con granos, más tarde es casi ya orgánica.
A
los tres años y medio puede tener casi toda su alzada si ha sido bien
alimentado y ejercitado, y esa es la edad que corresponde para comenzar a
trabajarlos porque son más flexibles y dóciles. A mayor edad han adquirido
muchas veces defectos de carácter ya por sí o por la brusquedad con que han
sido tratados.
El
trabajo temprano favorece también el equilibrio, que abandonado puede cargarse
sobre el tercio anterior o posterior, y corregir esos defectos adquiridos, es
muy desagradable.
Referencias:
Guillermo Pinillos Llontop; Solar de las Calderas.
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